Para este blog, quiero referir a una pregunta que hacía en Barcelona sobre el nacionalismo en Catalunya y después responder a ella.
Según algunos autores, la cultura catalana no es un privilegio reservado para los que han nacido en Cataluña ni a los que descienden de una familia catalana. Más bien, como escribe Josep Llobera, “Catalans are those who live and work in Catalonia and express the wish to be Catalans. However, unlike in other definitions of nationhood, no requirements in terms of blood or descent are needed. The requirements are at the level of residence and at the level of consciousness.” Para Llobera y muchos otros, los requisitos para ser catalán son pocos y simples: la voluntad de serlo, y hablar la lengua. De esta forma, inmigrantes de todos partes pueden ir a Cataluña y considerar sus mismos como catalán. Lo que pregunto es, ¿esta forma de aceptar cualquiera persona con la voluntad de ser catalán no diluye o niega la importancia e individualidad de la cultura catalana? Si la cultura está basada firmemente en su historia e individualidad, ¿cómo acepta tantas personas que llevan costumbres de otras culturas? ¿No quitan el sentido de individualidad o los rasgos antiguos? ¿Cómo se distingue la cultura catalana de otras (aparte de la lengua)? Además, ¿qué ocurría a la cultura catalana si no haya la necesidad de vivir en Cataluña (si solo haya la necesidad de hablar la lengua y sentirse catalán)?
Esta afirmación de Josep Llobera me interesaba más que todo porque me parece que rompía todo lo que considero “nacionalismo.” Según casi todas las definiciones que he oído de nacionalidad, una nación es definida en términos más simples por su religión, cultura, lengua, e historia compartida. En algunos casos, se distingue una nación como un territorio con fronteras y una población marcadas. Pero según Llobera, mientras la frase “la identidad nacional está enfocada en diferencia,” aplica a la gente catalana, los elementos que usualmente son requeridos para considerarse parte de una nación no aparecen. El autor implica que una persona que quiere ser catalana solamente necesita dos cosas: la capacidad de hablar catalán y la voluntad de serlo. Para mí, esta afirmación no tiene mucho sentido. Creo que mi confusión nace de mi misma nacionalidad, estadounidense. En los EEUU pienso que tenemos un sentido mucho más rígido de pertenecer a la nación, así como tenemos múltiples términos para cualquiera persona que entra el país: africano-americano, mexicano-americano, irlandés-americano, etc. Uno de los requisitos no dichos es que una persona tiene que vivir en los EEUU por un periodo largo para considerarse americano: algunas personas sólo se consideran americanos si han vivido en los EEUU por más de tres generaciones. Entonces cuando oigo que un catalán solamente tiene que sentirse catalán y hablar la lengua para serlo, me confundo mucho.
Sin embargo, aunque no es tan fuerte como el nacionalismo catalán, en los EEUU también ha empezado cierto sentido de pérdida de cultura debido a la inmigración. Algunas personas dicen que el influjo de tantos hispanohablantes cambiará la cultura americana, más que nada en como hablamos. Dicen que “inglés es la lengua de América,” y están en contra de intentos de incorporar español. Algunos radicales dicen que estamos perdiendo América porque permitimos la conversión a una nación española. A diferencia de los requisitos de ser catalán, no obstante, ser americano es mucho más difícil, aunque la definición siempre está cambiando. Creo que me interesaba tanto esta aserción porque me hace pensar de mi propio país y cómo será en los años que vienen. ¿Estaremos como Catalunya, una nación en que se puede definirse como americano por hablar inglés (o quizá español) y sentirse americano?
Así llego a la pregunta de la dilución de la importancia e individualidad de la cultura catalana. En aceptar muchas personas a la cultura, ¿cómo se distingue lo que es realmente catalán? En lo que he aprendido, la cultura catalana es más que nada basada en su historia tan larga, entonces muchas costumbres e historias de la nación vienen de lo antiguo. Pero si llegan personas que practican otras costumbres, aunque hablan y se sienten catalanes, ¿cómo se sabe la diferencia entre las costumbres nacionales y las extranjeras? La única respuesta que puedo contar es esta: la cultura catalana no está fijada. Aunque está basada en cuentos e historias antiguos, eso no significa que no puede cambiar, o por lo menos desarrollarse según lo que está pasando. Así no hay que distinguir cada cultura de la catalana, porque todas son catalanas en la nueva composición de la cultura. Y tal como la definición de nacionalismo puede cambiar en términos de la cultura, también creo que cambiaría en términos del territorio. Eso quiere decir que no hay que vivir en Cataluña para sentirse catalán: en cualquier parte del mundo, si hablas y se sientes catalán, lo eres. Ya no existen reglas ni distinciones tan rígidas para pertenecer a la cultura catalana, sino que la voluntad es bastante.